ST (La mirada encendida)
Escrito y vídeo
(dibujos provinientes de la serie gráfica “ST - papel y carbón s/papel, 2022”)
2023
Fue gracias a este hecho como los seres humanos empezaron a tomar consciencia de ellos mismos, a crear reunión, lenguaje y a significar la palabra hogar.
Los dibujos realizados en el año veintidós, reflejan una mirada llena de historia y de trayectoria, como símbolo de la consciencia del género humano. Por otro lado, las chispas revoloteantes poseen las formas del fuego, aunque también son leídas como universos, pues mediante esta consciencia adquirida, la humanidad ha ido desarrollando un cosmos en el que se define como especie.
Por consecuente, la serie gráfica del año veintidós renace con un nuevo formato, un escrito poético que deviene las grafías de los avances, así como una animación en formato vídeo que da vida a la hoguera de la humanidad.
Con el descubrimiento del fuego, se encendió el conocimiento.
Se encendieron también las pasiones,
heredadas de las bestias salvajes
de la evolución del lenguaje
de las conquistas
del desplazamiento constante
de los encuentros furtivos, carnales
y de los vientos que azotaban las mareas.
Se incendió la venda de los ojos,
permitiendo ver en medio de la oscuridad
proporcionando la capacidad de ver el sol en plena noche
y de hallar una gota de agua en un océano.
Se encendió también,
el sueño
la magia
el brillo
la ficción
las sombras proyectadas en la noche
la destrucción
las guerras
las envidias
los monstruos
las fábulas, las que sobreviven y las olvidadas
los amuletos
las danzas en círculo
las ilusiones
las gargantas
y las ventanas.
La llama empezó a prender,
a ser la luz que enciende la memoria,
el murmullo constante
e infectante,
que como las pandemias
lo arrasan todo a su paso
de forma incesante.
La lumbre brotó en medio de la noche,
imitando al sol,
ficcionando sus rugidos,
sus destellos.
Y danzaron a su alrededor
contando historias sagradas,
fabulas ya oxidadas
transformadas en cimientos que pisar.
Y fue entonces cuando dimos a luz,
como lo hacen los rayos al tocar tierra.
Dimos a luz y dimos la luz con la que alumbrar,
con la que nuestros ojos alumbran el camino.
La mitología se encargó
de que el fulgor envolviera siempre los cuerpos
de que no cesara la calidez
siempre brillante y
chispeante.
Se extendió así el rumor de la llama
e impregnó todo a su paso,
los troncos devinieron puertas
de entrada,
de salida
de llegada y de partida,
de estancia,
de vida.
Devinieron también ataúdes
que contenían cenizas e historias,
resonando en los pasos de quienes caminan el presente.
Danzando en el aire
siguieron las centellas
alumbrando al conocimiento,
revoloteando en la memoria
procurando llenar identidades
como quien llena un estómago
como quien nunca se sacia de vida.